lunes, 17 de enero de 2011

etreum

Hoy he visto muchas flores... flores de colores... ramos de rosas. Me encantan las rosas.
Ayer vi a un bebé, regordete, precioso, sonriente, feliz. Casi tanto como sus papás.
Hoy he estado con gente querida. Rodeada de amigos. Haciendo de amiga. Intentando ser una amiga.
Ha venido mi padre, también mi hermano. Seguro que mi madre estaba.
Hoy he dado besos y ayer abrazos.

Pero no he estado en una boda, ni en un bautizo, ni he tenido una comida familiar.

Es dífícil despedir a alguien y también sacar algo positivo de ello. Pero existen cosas.

Ayer hablaba con mi ángel guardián sobre lo bueno y lo malo, el yin y el yang. Llegamos a la conclusión de que una pérdida es insustituible y aboca al vacío, mientras que un momento feliz te colma y suma en positivo. Ni el momento más feliz puede contrarrestar la mayor de las desdichas. El vacío es doloroso. Necesitas muchos momentos felices para llenarlo y ni aún así lo consigues. Es como un pozo sin fondo, como un cubo con agujeros en el que viertes agua constantemente sin obtener resultado. Quizás si pruebas con el alcohol consigas taponar un poco la grieta... pero con la resaca llega de nuevo el vacío.

Es difícil superar el vacío... vacío.... vacío.... vacío (lleno el vacío con la palabra vacío). No se supera, se aprende a vivir con ello. Aprenderás. Como yo. Como él. Como todos.


Hoy he visto corbatas negras, gafas oscuras, ojos tristes.
Ayer vi lágrimas, lágrimas, lágrimas. Llanto.
Hoy he visto muchas flores. Coronas.


Es mejor el principio.

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