Eutanasia

Hoy he terminado de leer por fin la entrevista que Juan José Millás le hizo a un hombre 24 horas antes de que este decidiera poner fin a su vida. Lo hizo porque ya estaba muerto. Se suicidó o, más bien, decidió morir a su manera y no como el cáncer quería que lo hiciera. Le quedaban semanas.
Hace dos meses perdí a mi madre (lo que me ha costado decir esto), el cáncer le ganó la ballata después de tres años de lucha. Siempre he estado a favor de la eutanasia y ahora más, creo que igual que la gente libre escoge la forma en la que quiere vivir, también tiene derecho a decidir como quiere llegar al final. Sin sufrimiento, sin dolor, sin más lágrimas y, sobre todo, sin miedo, con decisión, con valentía. No son cobardes, son luchadores, personas con sangre en las venas que no pueden ni quieren ver como la vida se escapa como el agua entre los dedos. Lo hacen porque aman demasiado vivir y lo suyo ya no es eso. ¿Quiénes somos nosotros para cuestionarlos?.
Mi madre luchó como una leona desde el primer día, lo hizo por ella y por nosotros, lucho con ganas, con optimismo, luchó por la vida, no quería morir, nadie lo quiere. Luchó y sufrió, aun cuando la lucha dejó de tener sentido. Goliat venció a David y ahora me observa desde arriba, en el infinito. Nunca hubiera querido despedirme de ella, pero de tener que hacerlo me hubiera gustado que fuera de otra manera. Sé que ella jamás se hubiera tomado un cóctel mortal compuesto por un hipnótico y varios medicamentos contra la malaria que juntos abren las puertas del cielo, porque luchó hasta el final, porque el cáncer no le ganó la batalla en la mente. Mi madre aprovechó hasta el último minuto pero hay personas que deciden lo contrario y están en su derecho, la Ley debería garantizar lo que es una obligación: una muerte digna, cuando el muerto quiera.